Un
sujeto vuelve a plantearse la naturaleza de los textos que quiere para su blog.
Quisiera, ante todo, que sus entradas fuesen fluidas. Pero no, se arrepiente,
me arrepiento. Abrumado, con necesidad de teclear, digamos, y así, el sujeto.
El sujeto está confundido. No sabe qué hacer ante el teclado. Sus ideas son
infinitas. Pero se cansa: esbozar, escribir todo lo que se le había ocurrido en
el día como tema adecuado para escribir, ahora le resulta fatigoso. Todo,
fatigoso. El tipo está ahí, estoy ahí, digo, el tipo. El tipo, el sujeto, no
quiere ser un poeta. Puta madre, se dice, otra vez. Está. No quiere ser poeta.
Se ve entrelazado entre alambres de algas. Mira, trata de recuperarse; ya no
hace esto por algo, lo hace por nada, o más bien, para que le saquen algo.
Trata de remontar su colina. Ahí va, se dice, primera exhalación. Entonces
punto y aparte.
Se
relajó bastante, pero le queda mucho. Piensa en el fiambrero del súper. Hoy intercambió
unos lamentos por los resultados del clásico español. Mario, se llama; ese tipo
le cae bien; fiambrero y repositor del súper. Va igual. Teme desbarrancarse.
Prosigue, sin embargo. Se hace sonar el cuello, respira hondo, es gratificante.
Disipándose aquel aturdimiento. Las teclas canalizan. “Le pego a la máquina de
escribir”, recuerda. El perdedor aquél, que después se montó varias minas. Las
teclas, el golpeo, canalizan. Pequeños arcos voltaicos bajo las yemas de los
dedos; de las yemas a los entresijos de las teclas. Teme igual. Se dice que no
lo logrará. Qué notable. El Barça perdió porque Messi no estaba pleno. El
fiambrero le había dicho que se comentaba que la novia de Messi estaba
embarazada. Lo que pueden las minas. Qué puto hay que ser para no saber
tratarlas. El tipo, yo, el sujeto, aquél, odia a Cristiano Ronaldo porque es
fanfarrón, portugués y merengue. Más tarde, el tipo se quedó a ver el UFC para
ver pelear a Jon “Bones” Jones. UFC 145. Ganó Jones, pero no brilló. Messi y
Jones tienen veinticuatro años, piensa. Hoy dos monstruos apagados; hoy no,
ayer; ya es 22 de abril.
Teme
no lograrlo nunca. Nunca apostó a las pruebas hasta el fin. Eso lo arruinó. Se
dice, Aquí habría que escribir pequeñas notas legibles, prolijitas, como las de
un periodista meticuloso. Boludeces. Boludeces ininterrumpidas. Se dice tantas
cosas y se niega a verse a sí mismo. Siempre quiere ser el agua que toma la
forma del vaso transparente. Siempre estuvo loco. Bah, dice el sujeto, bah.
Quería decir que el fútbol debería ser considerado como un gran entrenamiento
del alma. El futbolista se cae anímicamente y, aunque sea Messi, cagó. El
fútbol, todas las competencias, todos los juegos en general: un entrenamiento
del alma. Habría que verlo como un entrenamiento espartano, piensa. El sujeto
se entiende. Y “pobre tipo”, se decía el sujeto, en voz alta pese a que estaba
solo; “pobre tipo” ese Rashad Evans, el rival de Jon Jones; y “pobre tipo”, se
decía el sujeto, cuando los comparaba al principio de la pelea. No obstante, el
pobre tipo terminó de pie. No porque necesariamente dejara de ser un pobre
tipo, sino porque el campeón, Jon “Bones”, no brilló.
No hay comentarios:
Publicar un comentario